viernes, 30 de noviembre de 2012

Introducción

Después de pasarme varias semanas leyendo foros y blogs, me he dado cuenta de que no hay ninguno en el que este tema se trate con más o menos seriedad.

Por eso he pensado que sería interesante enfocar las rupturas como lo que realmente son y por eso voy a describir mi experiencia con pelos y señales. Esto no es una autoayuda, ni una guía para hacer las cosas bien, ¡Quién tuviera eso! Es más bien el relato de como he llevado mi situación de una forma que yo creo que es más o menos íntegra y coherente con mi forma de ser.


Lógicamente no me llamo Alma, pero soy una mujer de 35 años con una vida que ha derivado a ser normal con un trabajo normal. Para llegar hasta aquí y conservando lo poco que me queda de cabeza, he tenido que tomar muchas decisiones, algunas de ellas se han demostrado equivocadas pero he aprendido a asumirlas porque en su día parecían la única opción.


He tenido varias relaciones, la mayoría muy cortas (de pocas semanas) y una estable. Para llegar a esta que es el amor del día a día he tenido que pasar muchas veces por experiencias frustrantes que yo creía que no me aportaban nada. Cuando llega ese punto, ya sabes que tienes que decir hasta aquí se ha llegado y la máquina no tiene más cuerda.


Es difícil reconocerlo y más aún plantearlo. Pero cuando una relación pierde su esencia lo mejor es afrontarlo para ambas partes. Con el tiempo y los ejemplos que iré añadiendo os daréis cuenta como he descubierto que es mejor ir de cara y con la verdad por delante, que ir salvando momentos a base de mentiras. Es mejor que la gente se enfade contigo por lo que haces, que por que la has engañado haciendo lo contrario de lo que has dicho.


Escrito esto, pronto volveré con el resto... y os aseguro que hay para rato.